martes, 5 de abril de 2011

LOS CONFLICTOS ENTRE LOS DIOSES Y LOS HUMANOS

LOS CONFLICTOS ENTRE LOS DIOSES Y LOS HUMANOS

 La  hipótesis de  una  intervención superior en la creación y protección del hombre de carne y hueso, se deja ver cuando los anunakis  expulsan del jardín al hombre para que muera o sobreviva por él mismo. A  los creadores del hombre no les importaba si vivían o morían, los planes de esclavitud que tenían sobre él se habían derrumbado al conocer lo bueno y lo malo.
Cuando al  hombre se le abren los ojos de la razón y de la mente, ya no fue apto para los propósitos para los que fue creado. De ahí en adelante, el jefe Enlil trataría muchas veces de destruirlos. Durante la hambrona que llegó como consecuencia de los  cambios climáticos previos al diluvio, el jefe Enki le informó a su hermano Enlil que los humanos estaban pasando hambre y que si no les enviaban provisiones morirían de hambre. El jefe Enlil respondió que no enviaría provisiones a los humanos, y a demás, puso bajo juramento a todos los anunaki para que no ayudaran a los humanos.

El siguiente texto fue extraído del “LIBRO PERDIDO DE ENKI” el cual puede ser bajado de Internet:
“Enlil estaba muy molesto con la unión de los Igigi (Nefilim, o anunaki que estaban estacionados  en una base en Marte) y las hijas de los Terrestres, Enlil estaba muy turbado con los desposorios de Marduk con una mujer Terrestre. A sus ojos, la misión de los Anunnaki en la Tierra se había pervertido, para él, las ruidosas y estridentes masas de los Terrestres se habían convertido en anatema; las declaraciones de los Terrestres se le hacían agobiantes, ¡Las uniones me quitan el sueño! Así dijo Enlil a los otros líderes.
 En los días de Ziusudra, (El Noe bíblico)  plagas y pestes asolaban la Tierra, dolores, mareos, escalofríos y fiebres abrumaban a los Terrestres. ¡Enseñemos a los Terrestres a curarse, que aprendan a darse remedios por sí mismos! Así dijo Ninmah. ¡Lo prohíbo por decreto!, replicó Enlil a sus súplicas. En las tierras donde se han extendido los Terrestres no manan las aguas de sus fuentes, la tierra ha cerrado su matriz, no brota vegetación. ¡Enseñemos a los Terrestres a hacer estanques y canales, que obtengan pescado y sustento de los mares! Así dijo Enki a los otros líderes. ¡Lo prohíbo por decreto!, le dijo Enlil a Enki. ¡Que perezcan los Terrestres de hambre y de enfermedades!
Durante todo un Shar, (Año) los Terrestres comieron las hierbas de los campos; durante el segundo Shar, el tercer Shar, sufrieron la venganza de Enlil. En Shurubak, la ciudad de Ziusudra, el sufrimiento se estaba haciendo insoportable.
Ziusudra, portavoz de los Terrestres, fue hasta Eridú, se dirigió a la casa del señor Enki, invocó el nombre de su señor, le suplicó ayuda y salvación; Enki estaba atado por los decretos de Enlil.

En aquellos días, los Anunnaki estaban preocupados por su propia supervivencia; sus propias raciones disminuían, ellos mismos se estaban viendo afectados por los cambios en la Tierra.
Tanto en la Tierra como en Lahmu, las estaciones habían perdido su regularidad.
Durante un Shar, durante dos Shars, se estuvieron estudiando las vueltas celestes desde Nibiru, desde Nibiru se observaron cosas extrañas en los destinos planetarios. Estaban apareciendo manchas negras en el rostro del Sol, se disparaban llamas desde su rostro; Kishar también se comportaba mal, su hueste había perdido el equilibrio, inestables eran sus vueltas.
El Brazalete Repujado  (Cinturón de asteroides) se veía estirado y empujado por invisibles fuerzas de red, (Gravedad) por motivos incomprensibles, el Sol estaba perturbando a su familia; (Los planetas) ¡los destinos de los celestiales se veían abrumados por hados desagradables!
En Nibiru, los sabios dieron la voz de alarma, la gente se reunía en las plazas públicas; ¡el Creador de Todo, (El creador universal) está devolviendo los cielos a los días primordiales, iracundo está el Creador de Todo!, gritaban algunas voces entre el pueblo. En la Tierra, las tribulaciones aumentaban, el miedo y el hambre elevaban sus cabezas. ¡El hielo de nieve que cubre la Blancatierra ha empezado a deslizarse!, informaron desde la punta del Abzu. En la Tierra Más Allá de los Mares, Ninurta puso instrumentos de predicción en su refugio, terremotos y temblores en el fondo de la Tierra descubrió con los instrumentos.
¡Algo extraño está pasando!, envió Enlil palabras de alarma a Anu (Rey y padre de Enlil y Enki) en Nibiru. Durante el quinto Shar, durante el sexto Shar, los fenómenos ganaron fuerza, en Nibiru, los sabios dieron la alarma, de calamidades hicieron advertencia al rey: La próxima vez que Nibiru se acerque al Sol, la Tierra quedará expuesta a la fuerza de la red  (Gravedad) de Nibiru, Lahmu, en sus vueltas, se situará al otro lado del Sol.
La Tierra no tendrá protección en los cielos ante la fuerza de la red de Nibiru, Kishar y su hueste se agitarán, Lahamu también se sacudirá y temblará; en el gran Abajo de la Tierra, el hielo de nieve de la Blancatierra está perdiendo base; la próxima vez que Nibiru se aproxime a la Tierra, el hielo de nieve de la superficie de la Blancatierra se deslizará. Provocará una calamidad de agua: ¡La Tierra será arrollada por una gigantesca ola, un Diluvio! En Nibiru fue grande la consternación, inseguros ante el propio hado de
Nibiru, el rey, los sabios y los consejeros estaban también muy preocupados por la Tierra y por Lahmu. El rey y los consejeros tomaron una decisión: ¡prepararse para evacuar la
Tierra y Lahmu! En el Abzu, se cerraron las minas de oro, desde allí fueron los Anunnaki hasta el Edin; en Bad-Tibira, se cesó en la fundición y el refinado, todo el oro se envió a Nibiru. Vacía, dispuesta para la evacuación, una flota de rápidos carros celestes regresó a la Tierra; En Nibiru se vigilaban las señales de los cielos, en la Tierra se tomaba nota de los temblores. Fue entonces cuando de uno de los carros celestiales salió un Anunnaki de cabello blanco, Galzu, Gran Conocedor, era su nombre. Con paso majestuoso se dirigió hasta Enlil, a él le presentó un mensaje sellado de Anu. Soy Galzu, emisario plenipotenciario del Rey y del Consejo, le dijo a Enlil.
¡Toda la misión se ha convertido en una pesadilla, con Enki y sus
Terrestres como señores, acabaremos siendo esclavos! Galzu escuchó con compasión el estallido de Enlil. De hecho, mucho hay que reflexionar, dijo, en Nibiru se ha estado pensando mucho, y profundas cuestiones se han estado planteando al examen de conciencia: ¿Se debería haber dejado a Nibiru a su suerte, fuera lo que fuera lo que el Creador de Todo pretendiera, para dejar que ocurriera, o fue la llegada a la Tierra concebida por el Creador de Todo, y nosotros no fuimos más que emisarios inconscientes? ¡Sobre esto, camaradas míos, el debate continúa! Así les dijo Galzu. Y he aquí la orden secreta de Nibiru: ¡Vosotros tres permaneceréis en la Tierra; sólo volveréis a Nibiru para morir!
En carros celestiales, circundaréis la Tierra, esperaréis la calamidad en el exterior; al resto de los Anunnaki, se les debe dar la opción de irse o de esperar la calamidad en el exterior. Los Igigi que se casaron con Terrestres deben elegir entre la partida o las esposas: ¡A ningún Terrestre, ni siquiera Sarpanit, la de Marduk, se le permitirá viajar a Nibiru! ¡Todos los que quieran quedarse y ver lo que sucede, deberán salvaguardarse en los carros celestes! ¡En cuanto a todos los demás, deben estar preparados para partir hacia Nibiru de inmediato! Así, en secreto, reveló Galzu las órdenes de Nibiru a los líderes.

Viene ahora el relato de cómo los Annunaki decidieron abandonar la Tierra, y de cómo prestaron juramento para dejar perecer a la Humanidad en el Diluvio. Enlil convocó un consejo de comandantes Anunnaki e Igigi (Habitantes de Marte) en Nibru-ki, también estaban presentes los hijos de los líderes y sus hijos. Enlil les reveló el secreto de la inminente calamidad.
¡La Misión a la Tierra ha llegado a un amargo final!, les dijo solemnemente. Todos los que quieran partir en barcos celestiales, que se preparen para ser evacuados a Nibiru, pero si tienen esposas Terrestres, tendrán que irse sin las esposas. ¡Los Igigi que se afeiten a sus esposas y descendientes, que escapen a los picos más altos de la Tierra! ¡En cuanto a los pocos Anunnaki que decidan quedarse, en Barcos del Cielo permaneceremos sobre los cielos de la Tierra, para esperar la calamidad en el exterior, para presenciar la suerte de la Tierra! ¡Como comandante, seré el primero en quedarme! Así habló Enlil.  ¡Los demás, que decidan por sí mismos!
¡Decido quedarme con mi padre, afrontaré la calamidad!, anunció Ninurta. ¡Después del Diluvio, volveré a las Tierras de Más Allá de los Océanos! Nannar, el primogénito de Enlil en la Tierra, anunció un extraño deseo: esperar el Diluvio no en los cielos de la Tierra, sino en la Luna; ése fue su deseo. Enki levantó una ceja; Enlil, aunque desconcertado, aceptó.
Enki y Ninki, optaron por quedarse y no abandonar la Tierra; lo anuncia ron con orgullo.  ¡No abandonaré a los Igigi ni a Sarpanit!, afirmó Marduk con ira. Uno a uno, los demás hijos de Enki anunciaron su decisión de quedarse: Nergal y Gibil, Ninagal y Ningishzidda, y Dumuzi también. Todos los ojos se volvieron entonces a Ninmah; declaró con orgullo su decisión de quedarse: ¡El trabajo de toda mi vida está aquí! ¡A los Terrestres, mis creados, no los abandonaré! Ante sus palabras, se removió un clamor entre los Anunnaki y los Igigi; preguntaron por la suerte de los Terrestres. Que los Terrestres por las abominaciones perezcan; así lo proclamó Enlil. Un asombroso ser fue creado por nosotros, por nosotros debe ser salvado, le gritó Enki a Enlil. Ante esto, replicó Enlil también con gritos: ¡Desde el mismo principio, en cada ocasión, tú modificaste las decisiones! ¡Tú les diste la procreación a los Trabajadores Primitivos, a ellos los dotaste de Conocimiento! Tomaste en tus manos los poderes del Creador de Todo, para después caer en las abominaciones. ¡Concebiste a Adapa (Adán) con fornicación, le diste Entendimiento a su linaje! ¡A su descendencia te has llevado a los cielos, (Refiriéndose al Enoch bíblico) has compartido con ellos nuestra Sabiduría!
Has roto todas las normas, has ignorado decisiones y órdenes, por culpa tuya, un hermano Terrestre Civilizado mató a otro hermano, por culpa de Marduk, tu hijo, los Igigi, imitándole a él, se casaron con las Terrestres. ¡Nadie sabe ya quién es el representante de Nibiru, el único al que le pertenece la Tierra! ¡Basta! ¡Basta!, es todo lo que digo. ¡La abominación no puede continuar! ¡Ahora que una calamidad ha sido ordenada por un destino desconocido, que suceda lo que tenga que suceder! Así proclamó Enlil, enfurecido; que todos los líderes juren solemnemente que no interferirán en los acontecimientos, exigió Enlil a todos.
 El primero en prestar juramento de silencio fue Ninurta; otros del lado de Enlil le siguieron. ¡Acato tus órdenes!, le dijo Marduk a Enlil. Pero, ¿de qué sirve el juramento? Si los Igigi abandonaran a sus esposas, ¿no se difundiría el miedo entre los Terrestres? Ninmah estaba anegada en lágrimas; susurró débilmente las palabras del juramento. Enlil miró fijamente a su hermano Enki. ¡Es la voluntad del rey y del consejo!, le dijo. ¿Por qué quieres atarme con un juramento?, le preguntó Enki a su hermano Enlil. ¡Tú has tomado la decisión, en la Tierra es un mandato! No puedo detener la inundación, no puedo salvar a las multitudes de Terrestres, así pues, ¿para qué quieres atarme con un juramento? Así le preguntó Enki a su hermano. Para que todo ocurra como si hubiera sido decretado por hado, que se conozca como Decisión de Enlil, ¡que quede sobre Enlil solo la responsabilidad para siempre! Así dijo Enki a todos.
Después, Enlil se dirigió a su hermano Enki, a él le dijo así: Para el caso de que se pudiera sobrevivir a la calamidad, que se recuerde todo lo que ha sucedido. ¡Que se entierren y resguarden las tablillas de los registros en Sippar, en las profundidades de la Tierra, para que en los días por venir se descubra lo que desde un planeta se hizo en otro! Enki aceptó de buen grado las palabras de su hermano. Almacenaron los ME y otras tablillas en arcones dorados, los enterraron para la posteridad en Sippar, en las profundidades de la Tierra

Después del diluvio: “Ahora, ¿quién recogerá las pepitas, cómo las enviarán a Nibiru?, se preguntaron entre sí los líderes. Para la primera pregunta, Ninurta tenía una respuesta: ¡En las altas tierras montañosas, en este lado de la Tierra, han sobrevivido algunos Terrestres! Son descendientes de Ka-in, saben cómo manipular los metales; cuatro hermanos y cuatro hermanas son sus líderes, se salvaron por sí mismos en balsas, ahora la cima de su montaña es una isla en mitad de un gran lago. ¡Me recuerdan como protector de sus antepasados, me llaman el Gran Protector!
Al saber que habían sobrevivido otros Terrestres, los líderes se esperanzaron, ni siquiera se enfureció Enlil, que había planeado el fin de toda carne. ¡Es la voluntad del Creador de Todo!, se dijeron unos a otros. ¡Establezcamos ahora un nuevo Lugar de los Carros Celestiales, enviemos desde allí el oro a Nibiru!”

Del anterior resumen del LIBRO PERDIDO DE ENKI, podemos sacar algunos datos y conclusiones. En primer lugar, que Enlil, el comandante en jefe de los anunaki, trató  de eliminar en más de una ocasión a los humanos. Que estos mismos anunaki son los progenitores del hombre terrestre. Que estos alienígenas extraterrenos reconocen a un creador universal. Y que los humanos fueron protegidos por entidades superiores durante el diluvio, decisión  que finalmente reconocieron los anunaki como voluntad del creador de todo, como lo llamaban ellos, o creador universal que es lo mismo.
El hecho de que el creador universal o la jerarquía superior intervengan en las creaciones de los hijos creadores en cualquier nivel, es por que ninguna creación se encuentra aislada o separada del gran creador universal.

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