martes, 5 de abril de 2011

EL UNIVERSO ES EL DIOS CREADOR DE LAS FORMAS

EL UNIVERSO ES EL DIOS CREADOR DE LAS FORMAS


EXISTEN TRES FUERZAS CREADORAS: DIOS PADRE O ESPIRITU UNIVERSAL  (FUERZAS POSITIVAS), DIOS MADRE, ESPÍRITU SANTO o ENERGÍAS NEGATIVAS. Y DIOS HIJO: EL UNIVERSO, LAS ESTRELLAS Y EL HOMBRE.
EXISTIÓ UN PRINCIPIO Y EXISTIRÁ UN FINAL.  Hubo un tiempo en que la madre creadora universal se encontraba en reposo. Prácticamente inexistente para cualquier percepción extrasensorial conocido por la mente humana. Este es un tiempo en  que el universo material  no existe. Luego viene otro tiempo en que la madre universal explosiona  en un gran estallido de  esplendor y da a luz al universo material. Este alumbramiento de la madre universal ha sido denominado por la ciencia como el Big-Bang. En los reinos de la luz inaccesible se escucha una voz que dice: “La madre ha creado, la madre ha dado a luz a un vástago que no es igual ni semejante a ella, sino contrario a ella misma” Siendo espíritu, había  dado a luz a algo sólido; siendo antimateria, había producido materia; siendo Divina, había creado algo monstruoso, inusual y contrario a lo que es espiritual.
La madre que había dado a luz al universo físico era un espíritu de sabiduría, pero lo que había salido de ella era material y le llamó por nombre “El resplandor del alba y también la estrella de la mañana” otros le llamaron “Luz-Bel”, que significa “El creador de la luz” y con el tiempo se convirtió en “Lucifer y finalmente los cultos antiguos le dieron el adjetivo calificativo de Satanás, pero que ahora, simplemente le llamamos universo, universo galáctico.
Este universo es  hijo de Sophia. Sophia  significa sabiduría, sabiduría es uno de los atributos femeninos del  gran espíritu universal, por eso los antiguos maestros  le llamaban madre  creadora universal, por ser el aspecto creativo una de  las cualidades  femeninas del  gran espíritu. Por eso se habla de la caída de solo uno de los reinos de la creación superior. Se habla de la caída del reino de la sabiduría, que corresponde al espíritu de la madre Sophia como atrapada en la materialidad del vástago que dio a luz, es decir, de este universo materialista. Este universo es conocido por la ciencia como realidad de tres dimensiones, ancho, alto y profundo. Otro le llaman vertical, horizontal y profundidad. También es llamado tiempo y espacio, igual a luz atrapada en la materia. Esta luz atrapada en la materia es el espíritu de la madre Sophia, que fue atrapada y sometida por el propio vástago que salió de sus entrañas.
La materia es susceptible  de aceptar y soportar diferentes estados de conciencia: Oscuridad o ignorancia total, penumbras o ignorancia parcial, iluminación o sabiduría superior. La materia, los  universos y/o los microuniversos  que no se encuentran iluminados por el espíritu universal, están en oscuridad, y por lo tanto, en la ignorancia y la estupidez.
El espíritu de la madre Sophia se encuentra atrapado pero dando vida a las formas y organismos  que su vástago universo va creando en todos sus dominios. Desde el principio y por un largo periodo de tiempo, la materia reina soberana sobre su mundo. En este periodo de tiempo la materia niega y rechaza al espíritu, a quien no puede ver. Su lema es: no hay vida más allá de este cuerpo, no hay espíritu, no hay Dios. Al negar todo la conciencia materialista se sienta a contemplarse a si misma, y es así como la mente cae presa de la ilusión y cautiva por la belleza inigualable de las formas de este universo material. Y para empeorar las cosas, el mismo hombre ha creado  un sistema capitalista, mercantilista consumista, que ha conducido a la adoración extrema de la mente hacia el universo materialista, y al esclavismo de la conciencia hacia las posesiones materiales. En su desmedido afán por poseer, termina siendo poseído por sus propias posesiones. Y entre más carga material le agrega a si vida, más se aleja del espíritu, y entre más se aleja de los principios espirituales, más se esclaviza a la materia. Resulta claro pues, que estos hombres no son adoradores del gran espíritu universal, sino del Dios de este universo, del Dios que los somete y los mantiene atrapados en las fauces de la materialidad y alejados de la luz del  Dios universal y padre de los espíritus.
Cuando el hijo de Sophia miró a su alrededor y no vio nada, tampoco supo que el espíritu de su madre estaba dentro  de su mismo ser, y pensó que había surgido de la nada, y que por lo tanto, él se había creado a sí mismo. Como tenia el poder creador o creativo de su madre, el universo comenzó a crear otros universos a imagen y semejanza de él mismo, y se hizo llamar Dios ante ellos. Al ignorar que procedía de un universo mayor, se alzó sobre cualquier otro Dios que pudiera existir aparte de él, diciendo: “No hay otro Dios aparte de mí”,  y además dijo, “soy un Dios celoso que exige devoción exclusiva” con eso estaba declarándole la guerra al espíritu de donde había salido. Desde entonces, el universo material fue la antitesis del universo espiritual, el universo se convirtió en Satanás y en enemigo de Dios. En ese mismo orden, vemos que la antimateria aborrece a la materia, el antiuniverso detesta al universo y lo invisible se impone sobre lo tangible. A esa eterna lucha es a lo que se le ha llamado la lucha del espíritu contra la materia.
Como el universo posee el poder creador de los universos superiores, tiene la capacidad de crear universos a su imagen y semejanza. De hecho, son una replica, pero en su versión material. Estos universos son sus vástagos, ante los cuales se elevó como el único  Dios de todos los cielos. Un día, este universo dijo a sus hijos que había creado: “Ahora hagamos a un hombre a nuestra  imagen y a nuestra propia semejanza”, y fue así como estos creadores universales le dieron forma al hombre a su imagen y semejanza. En definitiva, la forma física humana es creada por los hijos de este universo material, y los espíritus que están encarcelados en estos cuerpos, son colectiva e individualmente el espíritu  de la madre universal que le dio vida a este universo, y que está luchando con la ayuda de espíritus superiores para redimirse y liberarse de las garras de su hijo, que no es otra cosa más que el gobernante de este mundo y el Dios de los hombres dominados por el materialismo. Por lo que toca al cuerpo físico, el hombre es una creación a imagen y semejanza de este universo, pero igual a todo lo que ha venido a la existencia, el espíritu de la madre universal late en el corazón de cada partícula, de cada átomo, de cada cuerpo material y de cada criatura inteligente. Pero un día el espíritu  de Sophia será liberado, y no regresará sola al reino de la luz, con ella irán todos los ejércitos de espíritus individuales que vinieron a la existencia y lograron liberarse de la materia de este poderoso Dios, pero ignorante gobernante de este reino.
Todos los universos  son potencialmente hijos creadores, toda vez que  fueron creados a imagen y semejanza del primer gran universo. Y dado que en el principio estaban con el Dios padre, también son verbos divinos o verbos creadores, pues todo ha sido creado mediante ellos, y nada  puede ser en su área de influencia más que por  ellos. Por esto se dice en el Evangelio de Juan: “En el principio el verbo era con Dios, y el verbo era un Dios” pues al tener las cualidades del padre, se convierten  en  hijos creadores.
El hombre es hijo de uno de estos universos creadores, pero el padre de todo cuanto existe es el gran universo material. El cual viene a ser el verbo creador de este universo.  El espíritu oculto en el hombre es el espíritu de la madre que ruega a lo alto por su liberación.
Cuando hablamos del verbo, debemos  saber distinguir de qué verbo estamos hablando, pues todos los hijos creadores son verbos. Pero el verbo que estaba en el principio con la madre-padre universal, y mediante el cual surgieron todas las cosas, es el verbo universal. La estrella de la mañana, la luz del alba, luzbel, lucifer o Satanás, como quiera que lo llame, es el gran verbo de este universo material.
Por encima de este universo físico, existen universos  de naturaleza espiritual, y al igual que este, también cuenta con sus hijos creadores o verbos divinos. El Cristo es uno de los verbos procedentes del gran espíritu universal, el cual es visto como el mensajero de lo alto, como el portador de la luz del padre, como el salvador de este universo y como el libertador del espíritu.
El trabajo del Cristo es luchar  contra la materia. El Cristo se presenta a sí mismo como la luz del mundo, la cual es la luz del Dios espiritual, y la luz de ese Dios es la luz del conocimiento. El conocimiento es la  principal arma del espíritu para derrotar al  Dios de este mundo. Aparte del conocimiento no hay, no existe otra arma para vencer a la confusión, para ver en la oscuridad y acabar con la ignorancia.  La luz del conocimiento ha de conducirnos paulatinamente a la verdad, verdad que finalmente nos llevará a la liberación.
El espíritu de la madre, después de descender a las profundidades de la materia en las formas o cuerpos creados por su hijo universo, comienza a emerger gradualmente de la oscuridad y de la inconciencia. En el reino vegetal comienza a liberar su conciencia. En el reino animal asciende un poco más, se individualiza y eventualmente se hace conciente de sí misma en el hombre.
En este nivel de conciencia, el espíritu de la madre que ya se encuentra dividido, individualizado y personificado en el hombre, llega a un punto muerto en donde ya no puede seguir ascendiendo y evolucionando por si solo. En este estado  de luces y de sombras, de penumbras y de confusión, es probable que el espíritu humano, al no poder encontrar las respuestas  de: “quién soy”, “de dónde vengo”, “cuál es la razón de la vida” y “a dónde voy después de la muerte”, al no poder encontrar las respuestas en las instituciones religiosas, y no obstante empeñarse  en encontrarlas por sí mismo, lo más probable es que se caiga en una crisis de identidad existencial, que se manifiesta en depresión, tristeza, desapego  de la realidad e indiferencia  ante la vida y la muerte. Yo lo percibo como  estar  muerto en vida, como pasar por un portal de oscuridad justo antes de llegar a la luz, o como un paso necesario por el infierno antes de acceder a la gloria del espíritu y de la luz. Desde luego que no estoy generalizando, estoy hablando de los buscadores solitarios de la luz. Si alguien tiene la “suerte” de encontrar a un guía que lo fortalezca, lo asesore y lo  conduzca por el sendero de la oscuridad hacia la luz, tal vez  evite  los tragos amargos que se encuentran justo antes de hacer contacto con el espíritu del padre. Por el solo hecho de no estar solo, ya es una ventaja. Pero no todos tenemos el mismo destino.   El único consuelo que existe, es que entre más se sufre, más se aprende.
Decíamos que, en este estado de oscuridad, de incertidumbre y confusión, el espíritu del hombre, que es el espíritu de la madre ya personalizado en el hombre, por medio del cual ha llegado a ser un alma viviente, al no poder seguir avanzando por sí solo en su camino de regreso a los orígenes de su existencia, se hace necesario un enlace para conectar lo de abajo con lo de arriba, para conectar a la esposa con el esposo, a la materia con el espíritu y al hijo con el padre; y ese enlace es el Cristo. Pero el Cristo no debe ser visto como un hombre o un personaje histórico, sino como un  prototipo o modelo civilizador en su aspecto humano, y como  un concepto o principio universal de liberación en su aspecto espiritual.
La religión cristiana es válida en cuanto a sus principios. El concepto Cristo es aceptable y válido como modelo universal, y es  metafórico  en lo astronómico. Lo que está mal, torcido, errado, caído, degenerado es la enseñanza, o mejor dicho,  la interpretación que se ha hecho de los fundamentos del cristianismo, del concepto Cristo y/o de la figura del Cristo. El principio universal Crístico se presenta como la luz del mundo, y esa luz es la luz de Dios, a su vez,  la luz de Dios es el conocimiento que se recibe mediante la enseñanza. En otras palabras, la luz del mundo no es Jesús, sino el  conocimiento y la enseñanza que el hijo de Dios transmite al mundo.
No estamos hablando de la enseñanza expuesta en la lectura lineal de la Biblia, nos referimos al  conocimiento que se encuentra más allá de la escritura literal, al conocimiento que se encuentra entre líneas y a las enseñanzas que se encuentran al otro lado de la lectura muerta e histórica de la Biblia.  Me refiero a la escritura críptica, al significado de  la metáfora, a la interpretación de la parábola, al simbolismo de la alegoría y a la ilustración del lenguaje.
Por ejemplo, se dice que el Cristo entra al templo y hecha fuera a todos los mercaderes que ahí se encontraban contaminando el templo con todas sus mercaderías. En realidad, esto no ocurrió literalmente. Se trata de una alegoría metafórica, y con un significado simbólico bien definido: El templo en  el que  Cristo entra es el hombre, los mercaderes y todas sus mercaderías son las impurezas, los malos hábitos y las imperfecciones humanas.  Cuando el Cristo entra en nuestro templo, nuestro cuerpo o nuestra casa, este queda limpio de todas esas impurezas. La limpieza del Cristo en nuestro templo de carne es indispensable para que el espíritu del padre haga su morada en él, de lo contrario no lo hará, porque él es santo y mora en la santidad.
Otra metáfora similar la encontramos en la alegoría del Cristo dormido en la barca: La barca es el mismo hombre  quien ya tiene  al Cristo en su interior, pero que  ha  perdido  o decaído su ánimo. Debido a la  flojera, la indiferencia y la falta de atención, su Cristo interior se ha dormido y no puede hacer frente a los desastres, las desgracias y los peligros  de la vida. La tormenta, el viento y las olas del mar embravecido que amenazan con hacer naufragar su embarcación, que es su propia vida y su integridad personal, son precisamente esos problemas imprevistos cotidianos de la vida, que el Cristo los enfrenta y los elimina en  el mismo momento en que despierta. Esta metáfora nos advierte  que no debemos permitir que nuestro  Cristo  interior se nos duerma, porque es a través de él que  le hacemos frente a las inclemencias de este mundo. El Cristo despierto en nosotros es el guerrero de la luz  que se enfrenta a  las fuerzas de la oscuridad. Nosotros somos la barca y el es el timonel y el guardián del hombre. Recuerden que la lucha del hombre no es liberada con espadas o flechas, sino con el poder del espíritu; pero el espíritu solo puede ser usado exitosamente por el Cristo. Ustedes tienen que entender por qué solo el Cristo tiene la capacidad de perdonar a sus enemigos, de no devolver mal por mal y/o de poner la otra mejilla. Solo si el Cristo mora en nosotros, podremos hacer todas estas cosas y más. Lo que para el hombre común resulta  imposible, es posible para el hombre de conciencia superior Crística.
Otra metáfora que siempre ha sido tomada como real, es la del Cristo caminando sobre las aguas. Esta metáfora  hace alusión  a la era de Pissis y al Cristo como su regente. El agua es el mundo de los peces, los peces son el símbolo de la era de Pissis. El Cristo caminando sobre las aguas, anuncia su regencia sobre esta era. El apóstol Pedro, quien pretende caminar y regir conjuntamente con el Cristo durante la era de Pissis, se hunde y está apunto de ahogarse pero el Cristo viene y lo rescata de la muerte. El apóstol Pedro representa a la Iglesia Católica y a todas las otras denominaciones cristianas. De hecho, Pedro es reconocido como el primer Papa de la Iglesia, su piedra fundamental, su cabeza principal. El hundimiento de Pedro sobre las aguas, simboliza  el fracaso de Pedro como regente de la Iglesia, y el fracaso de la misma Iglesia sobre la era  de Pissis. El hundimiento de Pedro y su  rescate por Cristo, hace alusión a la decadencia final de la Iglesia, y al rescate que vendrá procedente del Cristo, pero no de Jesús, sino del Cristo colectivo o miembros del cuerpo del Cristo. El Cristo colectivo no viene a rescatar a ninguna institución religiosa. Viene a rescatar y aponer en alto el concepto Cristo como un símbolo universal de civilidad humana y de liberación espiritual.

La lectura lineal o literal es letra muerta que no ayuda al espíritu. La lectura lineal hace temblar a la carne y produce  reacciones  en la mente  emocional, pero al espíritu no le sirven de nada. El espíritu superior no reacciona ante nada de este mundo. El espíritu solo responde ante  aquello que le es afín a él. La materia responde a la materia, y el espíritu responde al espíritu.
Se dice que el Cristo es el camino hacia Dios, pero ese camino no es Jesucristo, sino la cualidad Crística de un individuo. Se dice que nadie va al padre, sino a través del hijo, pero ese hijo no es Jesús, sino cualquiera que haya alcanzado la conciencia Crística, ya que Dios reconoce como a hijos solo a los que han alcanzado la conciencia o actitud Crística, que significa pureza, santidad o mente esclarecida.
Se dice que el cristo es el salvador y el libertador del hombre, pero el que salva y libera al hombre no es el Jesús-cristo histórico, sino  el Cristo interno, el Cristo que opera en el interior de cada individuo, siempre y cuando ese individuo esté conciente de lo que significa el misterio del Cristo. De lo contrario, seguirá perdiendo el tiempo en la espera de un salvador externo que nunca llegará, porque el Cristo no viene de manera que alguien lo pueda ver y decir: ¡miren, el Cristo está allá en la nube, en la montaña o en el valle!, el Cristo viene pero al interior del hombre,  el  Cristo tiene que nacer en cada uno de los que han de ser salvos. Ese es el Cristo personal, el Cristo interno. Por eso se entiende que el concepto Cristo no es la obra de un hombre al que llaman Jesús. El concepto Cristo es un principio universal, un proyecto de redención mundial y un modelo a seguir para los hombres de esta tierra. En pocas palabras, si queremos seguir en el proceso de evolución espiritual, tenemos que convertirnos en Cristos. El camino hacia el padre solo puede ser andado por aquellos que han alcanzado el estado de la conciencia pura, la conciencia superior; aquella conciencia que ha hecho contacto con el espíritu del padre mediante el despertar Crístico.
Cuando el espíritu Cristo, actitud o personalidad Crística   entra en un individuo, comienza el proceso de limpieza personal, cuando ha quedado limpio aquel cuerpo, el espíritu del padre viene y hace en él  su morada. Por eso es necesaria  la presencia del Cristo. Si el Cristo no nace en la tierra del hombre, el padre no puede descender para conectarse con el hombre. El enlace entre Dios y los hombres es el Cristo. El hombre se enlaza con su Dios interno una vez que concientemente se ha reconocido a sí mismo como un Cristo, y por consiguiente, como un hijo.
Cuando se dice que el padre reconoce solo a un hijo,  en la figura del “Unigénito”, se refiere a la corporación Crística o cuerpo de Cristo. Se refiere a la unidad del Cristo colectivo. A aquella que dice: “Aunque somos muchos miembros individuales, en el Cristo solo somos uno”,  esto habla de la unidad universal de los hombres. El Cristo no crea ni defiende instituciones religiosas, porque las religiones separan a los hombres, y los hombres separados son proclives para hacerse  la guerra unos a otros. Los hombres separados  por diferentes credos han desgarrado inconcientemente el cuerpo glorioso del Cristo colectivo, y han renunciado al proyecto de la hermandad universal. Las religiones son  una nueva versión de la antigua Babel, como símbolo de  confusión, de  separación y de conflictos.
Así como el Cristo no es un personaje enmarcado en un tiempo y espacio, el Anticristo tampoco es un personaje histórico. El llamado Anticristo es todo aquello que es contrario al concepto o conciencia  Cristo como proyecto universal. El Cristo y el Anticristo son una actitud o una forma  de ser individual o colectiva. El Cristo y/o el Anticristo, metafóricamente somos nosotros mismos. Así como existe un Cristo colectivo, también existe un Anticristo colectivo. Anticristo es todo aquello que niega y se antepone a la conciencia Crística.
         Twitter: @raulvrubio

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