martes, 5 de abril de 2011

¿EL UNIVERSO FUE LA OBRA DE UN CREADOR O ES OBRA DE LA CASUALIDAD?

¿EL UNIVERSO FUE LA OBRA DE UN CREADOR O ES OBRA DE LA CASUALIDAD?
El día 6 de Enero de 2011, el Papa Benedicto XVI, dijo que el universo no es por obra de la casualidad, sino por la obra de un Dios creador todo poderoso. Este comentario lo hizo probablemente en respuesta a la postura actual de algunos científicos. Sin embargo, la ciencia dice otra cosa al respecto. Si nos atenemos estrictamente a la ley de la TERMODINÁMICA, podemos concluir que:
El universo no surgió por accidente o por obra de la casualidad, como sostienen algunos científicos. Tampoco surgió por o como un acto de creación como asegura la Iglesia y las religiones en general. El universo surgió como consecuencia de un acto de transformación, como lo indica la ley de la TERMODINÁMICA. Por lo tanto, es la misma ley la que determina la inexactitud de las dos teorías señaladas.
La ley de la TERMODINÁMICA dice que “nada puede ser creado ni destruido, solamente transformado” En este sentido, el término transformación está en contra de los conceptos “Creación y muerte”. En otras palabras, los términos principio y fin, no significan creación y muerte, sino un ciclo continuo de transmutación de la forma y transformación de la materia.
Podemos decir que lo que aparentemente era nada para los sentidos del hombre, se transformó en algo; que lo que no era visible para el ojo humano se hizo tangible; que la antimateria se transformó en materia; que la antipartícula se trasformó en partícula; que el antiuniverso se transformó en universo etc., etc.
La ley de la TERMODINÁMICA sostiene que todo se transforma. En este proceso de transformación no debería usarse el término muerte, porque hablando del cuerpo físico-biológico; solo se trata de un cambio de las formas y de una redistribución de la materia, que retorna a la naturaleza para eventualmente servir de base a otros organismos del reino vegetal, animal y humano. Téngase en cuenta que el 75% de los cuerpos u organismos vivientes de la tierra están compuestos de agua; porcentaje del cuerpo que se reintegra a la naturaleza mediante el proceso de evaporización. En otras palabras, el 75% de la materia de todos los cuerpos, dado que son líquidos, al evaporizarse regresan a la madre naturaleza, en la que eventualmente servirán de base alimenticia de otros organismos, y por consiguiente, en la conformación de otros cuerpos u organismos vivientes.
En este mecanismo simbiótico de la naturaleza circundante podemos ver perfectamente la aplicación de la ley de la TERMODINÁMICA, en donde la materia de unos organismos, al descomponerse pasan a formar parte de otros cuerpos vía líquidos y alimentos. Nada se pierde, dice la ley; nada se crea ni se destruye, solamente se transforma. Si esta ley se cumple en lo pequeño, tiene que cumplirse en lo grande. Si esta ley se cumple aquí abajo, tiene que cumplirse allá arriba, y si es una constante, se trata pues de una ley, de una ley universal.
La ley de la TERMODINÁMICA asegura que la materia universal llegó a ser por obra de la transformación y no por un proceso de creación o formación de alguien más, aparte o separado del mismo universo. Esto queda aclarado en el hecho de que el único creador del universo, es el mismo universo. Sabemos que la formación de galaxias y de todos los cuerpos celestes, fue regido, ordenado o predeterminado por las cuatro leyes o principios universales, y no al gusto, capricho o arbitrio de un dios personal, individual, y además, extrauniversal.
Si alguien viene y me dice que el Dios creador del universo es el mismo universo, y que las leyes que lo rigen, lo sostienen y lo mantienen son la gravedad, el electromagnetismo y las dos fuerzas nucleares adicionales, podría reconsiderar la postura. Es decir, si el Dios que le ha dado forma al universo, es el mismo universo y sus cuatro leyes universales, la gravedad, el electromagnetismo y las dos fuerzas nucleares adicionales, estoy de acuerdo en que el universo fue la creación de un Dios. Pero en este caso, estamos hablando de un Dios universo, y no de un Dios personal, antropomórfico e independiente del universo. Estamos hablando de un TODO UNIVERSAL que se crea y se transforma a sí mismo, y no de un señor personal, entidad individual e independiente del universo.
El universo es divino porque es Dios. Una estrella es Dios porque es un miembro del cuerpo de Dios. El hombre es Dios porque es otro miembro del cuerpo del Dios universo. Todo es Dios y nada puede estar fuera de él. Igualmente podemos decir, que todo es parte del universo y nada puede existir fuera de él. Somos cuerpos celestes porque nos originamos en las estrellas. Somos literalmente polvo de estrellas y nos alimentamos de los nutrientes que salieron de las estrellas. Por ellas vivimos, nos movemos y en ellas tenemos nuestro ser. Si nuestro sol muriera hoy, nosotros lo haríamos mañana. Pregunto: ¿En dónde está el Dios de la vida y de la muerte? Respuesta: en nuestro sol y en nuestro universo. El Dios de los espíritus es el padre y sostén de los espíritus, pero el Dios y padre creador de estos cuerpos hechos del polvo, es este mismo universo material.
El Dios de los espíritus y este Dios universo no son lo mismo, pero como quiera que sea, este Dios es autónomo y se rige por sus propias leyes y principios. El Dios de los espíritus o espíritu universal coopera en toda creación de sus hijos, otorgando una parte de su espíritu en cada una de las partículas de la materia, y en cada uno de sus criaturas individuales; pero su intervención es discreta y respetuosa de la conciencia que la sostiene. El libre albedrío es un principio universal. El Dios material de este universo trata de mantener esclavizado al espíritu en la materia. Contrariamente, el espíritu universal trata de liberar al espíritu humano de la materialidad de este mundo y de este universo. El Dios de este universo se alza sobre cualquier otro Dios, diciendo: “No hay otro Dios fuera de mí” y además, exige devoción exclusiva. He ahí la filosofía de un Dios ignorante que con toda su creación, atrapado en la materialidad como está, ignora y rechaza al espíritu que mora en su interior, que es el verdadero elemento de la vida. Ese es el Dios que veneran las religiones, porque igual que su Dios, la materialidad no les permite ver más allá del reino de la física. El Dios de este mundo y de este universo, es el Dios de los hombres, pero estos creen que adoran al espíritu universal. La confusión no les deja distinguir al uno del otro.
El hombre material se libera de la materialidad solo cuando la parte del gran espíritu que mora en él se hace conciente de su verdadera naturaleza espiritual. Este misterio será discutido y ampliado en otro artículo. Por el momento regresemos al tema de la transformación de la materia.
La sola idea de la transformación de la materia en antimateria y viceversa, contiene otras implicaciones. Una de esas implicaciones es que si hablamos de un principio, tenemos que hablar también de un final del universo. La otra implicación consiste en que si el universo vino por un proceso de transformación, significa que el universo actual no sería el primero en existir, ni el último que vendrá a la existencia. Que así como llegó y se irá este, de igual forma lo habrían hecho otros antes, así como otros lo harán después, y así sucesivamente por la eternidad de las eternidades. Recuerden las palabras: “Sin principio y sin fin”
Esta posibilidad nos conduce a la siguiente deducción: Que la aparición repentina del universo no responde a un acto de la casualidad, sino a ciclos de tiempos programados entre principio y fin de materia y antimateria, tiempos que evocan a una noche y a un día universal. Un tiempo para el reposo del gran espíritu y otro tiempo para el dios de la materialidad universal.
No podemos especular ni sirve de nada empezar a discutir qué fue primero, si el universo o el antiuniverso, la materia o la antimateria. Tanto la lógica como la ciencia, así como las leyes universales de descenso y ascenso que sigue el gran espíritu en la materia, se sugiere que fue primero la antimateria, cualidad que más se apega a la naturaleza del gran espíritu universal. Pero el orden aquí no importa, lo que aquí se ve, es que un estado conduce al otro estado de la materia y viceversa, en un ciclo constante de formación y deformación, de destrucción y reconstrucción, de principio y fin.
Esta termodinámica universal, es la que nos indica que el universo actual no es el único que ha existido, ni el último que llegue a la existencia. El fin del universo no significa muerte, sino transformación de la materia y transmutación de la forma.
El fenómeno de la transformación de la materia-energía en su opuesto, la podemos ver en el antes y después de los hoyos negros. Lo que era de este lado, deja de ser en el otro lado del hoyo negro, y sin embargo, la ley de la TERMODINÁMICA sostiene que en alguna forma que aún no ha podido ser detectada por ningún instrumento mecánico, la materia continúa existiendo más allá de los hoyos negros; por la sencilla razón de que la información de la materia no puede perderse en el proceso de transformación.
Como podemos ver, la ley de la TERMODINÁMICA destruye por completo la teoría de la creación y la teoría de la casualidad, y al mismo tiempo, le asigna un nombre propio a la teoría de la existencia universal: Le llama transformación. El universo no muere, solo cambia de forma. Los cuerpos no mueren, solo cambian su estructura corporal. Por lo tanto, la muerte no existe FIN. raul_velazquezrubio@hotmail.com Febrero 9 de 2011.

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