martes, 5 de abril de 2011

LA VERDAD OCULTA TRAS LA APARIENCIA

LA  VERDAD  OCULTA  TRAS  LA  APARIENCIA


MEDIANTE EL  UNIVERSO CONOCIDO PODEMOS LLEGAR A COMPRENDER LOS  MISTERIOS DEL UNIVERSO DESCONOCIDO

Mediante el conocimiento general se puede comprender lo particular, y de lo particular, podemos avanzar en el conocimiento general. Se avanza en el conocimiento en la medida en que un hecho, una acción o un fenómeno nos conducen a otro y ese a otro sucesivamente.  Es la suma de eventos, sucesos o fenómenos que nos hacen  llegar a la verdad.
La  posibilidad, de llegar a comprender los misterios del gran universo a través del conocimiento del mini universo, se basa en el principio de que lo de arriba se  repite en lo de abajo, y lo que sucede en lo pequeño se repite en lo grande. Este antiguo principio universal es retomado en los Evangelios, en la parábola que habla del hombre instruido en el reino de los cielos; que saca—dice—de su baúl prendas  nuevas y viejas. Las ropas nuevas es el universo desconocido, y las ropas viejas son el universo conocido, método por el   cual se llega a conocer lo desconocido mediante el proceso de  comparación. El baúl es su mente y las  prendas  viejas son  lo conocido por lo cual llegamos a comprender  el misterio del universo  desconocido que es representado metafóricamente por las prendas nuevas.
Para ello tenemos que aprender a restar, sumar y multiplicar eventos y fenómenos. Si tenemos 2+2, ¿Cómo podemos saber si existe un 4 si no sabemos sumar? Si tenemos  3+6, ¿Cómo sabremos que tenemos un 18 si no sabemos multiplicar? De eso  trata la teoría del conocimiento o filosofía del conocimiento, de sumar, multiplicar, restar etc. mediante una serie de cálculos y ecuaciones físicas y matemáticas, Albert Einstein  llegó a descubrir la curvatura del tiempo y el espacio; y el físico S. W. Hawking, mediante ecuaciones  llegó a saber que existían los hoyos negros.

Este método del conocimiento, por  el cual se llega a conocer lo de arriba conociendo lo de abajo o lo grande conociendo lo pequeño, también es conocido  con el nombre de “premisas”. Por medio de las premisas, Galileo derrumbó por completo todo  el sistema de ideas y creencias que la Iglesia Católica tenía sobre el universo.  Para aplicar este método, se debe de contar con un conocimiento amplio y detallado de las leyes y principios  universales. Este es el campo de la filosofía del conocimiento y de la razón. Comenzaremos por el método de observación y de  premisas, que usó Galileo para llegar a descubrir la verdad sobre la constitución del sistema solar, y al mismo tiempo señalar los errores de la religión más poderosa del mundo.
Galileo observó los planetas con su telescopio, realizó una serie de premisas, y llegó a las siguientes conclusiones:

1.- Los planetas se mueven
2.- La tierra es un planeta
3.- Por lo tanto,  la tierra se mueve.

1.- Los planetas giran alrededor del sol
2.- La tierra es parte del sistema solar
3.- Por lo tanto,  la tierra también gira alrededor del sol

1.- Los planetas giran sobre su propio eje en un movimiento de rotación
2.- La tierra es un planeta
3.- Por lo tanto la tierra también rota sobre su propio eje
4.- Si es la tierra la que gira sobre su propio eje, entonces no es el sol el que gira alrededor de la tierra

De esa manera, Galileo, sin  tener los medios para demostrarlo científicamente llegó a conocer  el movimiento de un sistema planetario.

Por medio de las premisas se pueden sacar toda clase de conclusiones. O sea,  por medio de las cosas viejas y conocidas, podemos llegar a comprender lo nuevo y desconocido de los grandes misterios del universo, de la naturaleza, de la religión, de la Biblia, del hombre, y de cualquier  otra cosa que nos interese  analizar para descubrir la verdad que se oculta tras las apariencias.

El movimiento de traslación de la tierra alrededor del sol produce cuatro distintos tiempos, cuatro diversas estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Viendo las cosas desde este tiempo hacia atrás, tal vez nos resulte inconcebible que no se hayan investigado las causas y motivos que provocaban tan singulares cambios en la naturaleza. Pero ahora podemos encontrar los motivos por los cuales nunca se preocuparon por hacerlo. La causa  era  Dios. Los líderes políticos y religiosos creían e hicieron creer a sus súbditos que era Dios el que traía el frío y el calor, el agua y la sequía, los tiempos buenos y malos, la calamidad y la desgracia, la salud y la enfermedad, la vida y la muerte.
La idea de que Dios era el artífice de todo cuanto ocurría en la tierra, fuera bueno o malo, paralizó por completo el conocimiento y el progreso científico del mundo occidental por dos mil años. Ahora, mediante las siguientes premisas podemos saber cual era el Dios al que adoraba la cristiandad:

1.- Dios es el creador del hombre y artífice de todo  cuanto  ocurre en la tierra
2.- El generador de todos los fenómenos naturales, sean buenos o malos, a la tierra y al hombre es la misma naturaleza universal
3.- Por lo tanto, Dios es la naturaleza universal.

 A  través de las siguientes premisas podemos comprender la naturaleza de las religiones:
1.- Dios no se equivoca
2.- Los hombres se han equivocado
3.- Por lo tanto, la religión es obra de hombres y no de Dios.
4.- El que se equivoca una vez puede volver a equivocarse
5.- Por lo tanto, ¿quién puede volver a creer en los que tantas veces se han equivocado?

Quizás puedan argumentar: La Biblia y la religión son de Dios, somos nosotros los que hemos fallado en la interpretación.  No son solo los intérpretes los que se han equivocado, también  los autores de la Biblia  han errado al escribir y al tratar de explicar los  fenómenos naturales. Por ejemplo, en alguna parte de la Biblia se narra un acontecimiento astronómico espectacular. Se dice que un rey de Israel le pidió a su Dios Yahvé le permitiera acabar de derrotar a sus enemigos antes que terminara el día. Y Dios le concedió su deseo, deteniendo al sol en el alto firmamento por todo ese día y una noche, hasta que ese rey hubo derrotado por completo a sus enemigos, solo entonces, el sol declinó en el ocaso. Analicemos las siguientes premisas:

1.- El sol no es el que gira alrededor de la tierra
2.- El día y la noche son producidos por la rotación de la tierra sobre su propio eje
3.- Por lo tanto, no fue el sol lo que debió haberse detenido, sino la tierra
4.- Si la tierra se hubiera detenido, habría lanzado  todo al espacio, y además  no hubiera podido ponerse de nuevo en movimiento
5.- por lo tanto, la tierra tampoco se detuvo
6.- Si no fue  ni el sol ni la tierra los que estuvieron involucrados  en este  presunto fenómeno astronómico, ¿Por quién y como fue provocado? ¿Es una  historia sacada de una fabula literaria? ¿Fue un sueño? ¿Fue un platillo volador o una nave espacial? Pudo haber sido cualquier cosa, pero menos lo que se dice en ese relato Bíblico. Por lo que se hace evidente también, que si la Biblia tiene errores, es por que es obra de  hombres.

1.- Una ley universal dice: “Todo lo que  tiene un principio tendrá un final”
2.- El universo físico tuvo un principio
3.- Por lo tanto, tendrá un final.

1.- La materia  universal del  Big Bang vino aparentemente de la nada
2.- La materia universal que desaparece en los hoyos negros se pierde  aparentemente en la nada
3.- Por lo tanto, más allá del Big Bang y más allá de los hoyos negros, son uno y  la misma nada.

El universo material, físico y visible es caníbal porque se devora a sí mismo, es homicida porque se destruye a sí mismo: Las galaxias se alimentan de  otras galaxias, las estrellas devoran a otras estrellas y planetas, el hombre mata y se alimenta de animales, los animales matan a otros animales y disponen de la vida de las  plantas, y algunas plantas carnívoras matan y se alimentan de animales. Los virus y bacterias matan y consumen la vida y la carne de hombres y animales, y el hombre asesina y destruye la vida del mismo hombre. El caos se oculta  detrás de la apariencia de la normalidad, el desastre  se esconde detrás del orden aparente que queremos ver.
 El universo responde: yo no mato ni destruyo la vida, simplemente  reciclo la vida para transformarla.  Así soy yo, esa es mi naturaleza y así fui concebido.  Soy alfa y omega, soy principio y fin, yo soy lo  que soy, y no puedo ser de otra manera.

El hombre justifica la actitud del universo por dos razones fundamentales: Por que le teme, y por que forma parte de él. Cree que le debe  lealtad y obediencia por que no cree llegar a ningún lado sin él. Mi cuerpo y mi alma— le pertenecen—replica—él es mi creador y mi razón de ser. En él  vivimos, nos movemos y tenemos nuestra existencia. En  él está la vida y fuera de él no hay nada, y repite, absolutamente nada.
Lo que el hombre no sabe, es que se ha dejado engañar por las apariencias. En primer lugar, el universo no creo al hombre para perpetuar su linaje, y mucho menos   por alguna clase de  instinto pater-maternalista, lo produjo en  un proceso  experimental de ensayo y error.  Tampoco fue para verlo como a un hijo, sino como a un esclavo y como a un adorador de la creación. El hombre no nació como un hijo amado y libre, fue producido para servir, para vivir de rodillas y para ser esclavo del universo y de los representantes del mismo. (Reyes y sacerdotes)
En segundo lugar, el dios universo engaña y limita al hombre porque solo le deja ver una milésima  parte de la realidad que lo circunda.
 La  naturaleza universal produce al niño hombre y mujer en el más completo de los abandonos: Desnudo, frágil, inocente e ignorante, y además,  incapaz de sobrevivir por sí mismo. Y siendo parte de este universo, que tuvo un principio, y por consiguiente tendrá un final,  el hombre, también está condenado a la muerte desde el primer instante en que es concebido, por cuanto también es de naturaleza física, y por consiguiente temporal.
Es injusto, falso y criminal el juicio dictado al hombre en el paraíso. Todas las generaciones desde entonces han culpado a los  primeros humanos de ser los responsables del  precario y doloroso destino de la humanidad. Como si ellos hubieran creado a este universo de naturaleza dualista, del bien y del mal, de luces y sombras, de salud y de enfermedad, de vida y de muerte. Los   primeros humanos, igual que nosotros ahora, no sufrimos ni enfermamos ni morimos porque  así lo hayamos decidido, estamos destinados a sufrir todo tipo de males hasta el día en que morimos,  porque somos parte de este universo y porque fuimos creados y puestos en este universo. Todo lo que tiene un inicio enfrenta un final. El universo creador  algún día morirá, el hombre  de materia creado por ese creador también morirá. Que no se ponga de pretexto el pecado  original de la primera pareja, porque el mismo universo visible fue concebido en pecado, en el caos, en el bien y el mal, en la vida y la muerte. El hombre no es el responsable del precario destino de la humanidad. El responsable es el mismo creador, o mejor dicho, el creador del creador. ¿Quién fue el creador del universo físico visible?
Existe una historia  muy antigua que explica quien, como y por qué fue creado este universo dualista, y si tenemos tiempo, lo tocaremos mas adelante.
Cuando la primera pareja  fue creada, se le prohibió el conocimiento del bien y del mal, es decir, de la naturaleza universal de la que habían surgido.  ¿Por qué pasó eso? ¿Porque su creador no quería ser conocido por ellos? ¿Acaso tenía temor de que conocieran su maldad y su montuosidad? Leyendo entre líneas podemos percibir que los  primeros humanos vinieron a la existencia en la más completa  de las ignorancias. Sin maestros, padres o tutores que les mostraran el camino, aún siendo adultos, eran como simples creaturas  en la edad de la inocencia, ignorantes de todo a su alrededor.
 Pero eso no era lo peor para estas indefensas criaturas. Lo peor era que así tenían que continuar por el resto de sus días, y no solo ellos, sino también sus hijos y los hijos de sus hijos generación tras generación. Preguntamos con gran asombro y pesar: ¿Qué clase de humanidad quería tener nuestro Dios?  Que no los  confunda la idea de que Dios hizo al hombre sin pecado, y con la expectativa de que escogiera el camino de la vida y viviera para siempre, pues la maldad, el pecado y la muerte yacían dentro de  él, en su código genético, por cuanto provenía de un padre creador infectado, y además, por que era morador de un mundo del bien y del mal.
 El asunto era otro, que no debían conocer a su propio mundo circundante. La pregunta es ¿por qué? Sí, ¿por qué un padre conspira en contra de sus propios hijos para que estos no sean enseñados, educados y adiestrados en todo lo que tenía que ver con su mundo circundante?  En el hecho de que la serpiente les abrió los ojos del entendimiento y de la razón, podemos percibir el estado de ignorancia en que estaban antes por orden del mismo Dios Bíblico. Y todavía los llenó de miedo—diciéndoles que en caso de desobedecer, morirían. La serpiente les dijo la verdad, no morirán—les dijo, sino que él sabe que el día que conozcan el bien y el mal se les abrirán los ojos. ¿Quién es el malo de los dioses del paraíso?  
El argumento de muchos que quieren justificar a Dios en este juicio valorativo, es, que Dios no quería que los humanos conocieran el bien y el mal para que no se contaminaran. No señores, no es por hay, ellos ya estaban contaminados y habitaban en un mundo contaminado. Si se trataba de evitar que conocieran el mal, como muchos lo creen, se les hubiera permitido conocer el bien, mediante una buena educación. Pero no se trataba de ese tipo de  educación. Se trataba de que no debían conocer la dualidad de su propio mundo. No debían conocer su origen y destino final, de la vida y la muerte, de la salud y la enfermedad;  y lo más importante, creo yo, no  debían conocer  sobre su naturaleza espiritual y su conexión con el creador de los espíritus. En pocas palabras, los humanos  no debían conocer a ningún otro dios que no fuera ellos mismos.
 Ellos, los dioses  creadores extraterrestres se harían cargo de los humanos, como nosotros nos hacemos cargo de nuestros niños y de nuestros animales.  Al leer  el génesis entre líneas, podemos entrever el complot que hubo en contra del hombre desde el mismo principio. Cuando Dios se enteró de que la serpiente les había revelado la verdad, el Dios del génesis montó en cólera y los expulsó del jardín, no fuera que alargaran su mano y comieran también del árbol de la vida y se hicieran inmortales, alcanzando con ello no solo la imagen, sino también la semejanza de sus creadores.
En forma de sarcasmo perverso, Dios dice: “he aquí el hombre siendo como uno de nosotros al conocer lo bueno y lo malo” si no les permitió  comer del elixir de la larga vida, es obvio que  tenían la imagen, pero no la semejanza, así que fueron echados a la calle para evitar esa probabilidad. Tampoco vemos que le haya importado el hecho de que se murieran de hambre.

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